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Mostrando las entradas de septiembre, 2009

Ella no cede más

Esta mañana ha abierto los ojos y los ha sentido más secos que nunca. Es decir, su inagotable fuente de lágrimas saladas, al fin cedió al fin. Entonces se sienta sobre el colchón. Se destapa y bosteza casi con emoción; acaricia la cama, su lado y el lado de él -o el que fuera de él-. Sonríe, pero esta vez no es forzado, siente que por más que quiera, las lágrimas la han abandonado y no nacerán más. Se echa de nuevo, estira sus articuladas articulaciones; sus huesitos suenan y la llenan de sabiduría ancestral. Se huele el hombro derecho, huele a planta, es que le gustan las plantas. Se levanta al fin y se mira desde el cuello para abajo, el pijama le estorba y se lo quita, entonces queda desnuda. Mira los tatuajes repartidos por toda su anatomía, cándidos, relajados, ellos saben pero no saben y -honestamente-, ella prefiere que por ahora callen. Entra al baño, enciende la ducha y guarda las navajas que hubiera comprado; las envuelve en una toalla, las guarda debajo del lava

¿Perdón?

Si tuviera que pedir perdón, tendría que comenzar por pedir disculpas por haber sido parte de esa eyaculación. Por haberme dejado tildar de imbécil y de mártir encadenada entonando una canción en el comedor, como si fuese gracioso hacer ejercicios de matemáticas sin fundamentación. Como cuando pretendía hablar inglés en un pseudodialecto creado en mi imaginación, para poder llegar a tener un poder de hegemonización. O las veces que recogía vestigios de vida en las esquinas y los instalaba en mi espina, hacíendolos parte de mi habitación, incluso de mi respiración. Las palabras vertidas sobre tu cabeza blanca o sobre la tuya negra, ying yang de emociones, perfecta imperfección. O cuando pretendía ser la mejor compañera/cómplice existente, pero me importaba más mi lírica entonación, en las noches de bochorno y letargo con un poco de acción. Noches que a veces inundaba con un llanto silencioso las almohadas partícipes de mi ambición, sin considerar para nada tú situación. Días y noches

Querido Wolfango: (cinco)

Solamente escribo porque necesito desahogarme Wolfango. No has respondido la otra carta, tampoco lo esperaba, pero hey, al final de a poco voy perdiendo la fe en ti y en tu tratamiento "a largo plazo". Te cuento que le hice caso a Freud y a Lacan. Entonces fuí donde uno de sus representantes bolivianos y no me gustó. Se llama Cosme Fulanito* y pues nada, hablé, parlotée, casi lloré pero como que no me sentí del todo cómoda -a pesar del diván del siglo XIX- y luego zaz cholita! La transacción monetaria inefable, salí deprimida y con la cabeza llena de avispas africanas. Luego me puse a hacer todos los asuntos que debía hacer ese día (muchos); como era el cumple de dos de mis mejores amigas, me puse en campaña para llamar a una (vive en Centro América en un barquito) y la otra pues que vive cerca de mi parcela..., dicho y hecho, me concentré en que todo saliera bien. Salió bien. Pero yo no estoy bien. Esta semana se definen muchas cosas Wolfango, ni siquiera he tanteado terren

Gatos chinos apoyan a Evo

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Ante la (a)b(s)urda perorata acerca de las (maléficas) relaciones Evo-Sectas Satánicas proclamada por tinterillos de pacotilla, liberales esperpénticos, frailes ultramontanos, demócratas a lo Banzer, señoras de apellido largo, y una que otra alimaña asomada en pantalla televisiva; mostramos la evidencia de que la verdadera conexión gubernamental en Bolivia es con los chinos. Más exactamente, con los gatos chinos. Como todo lo de allá, prestos a ser masiva legión, con la pata derecha en el pecho y la pata izquierda empuñada al cielo , vienen en pronto apoyo del actual gobierno. Entre tanto, se los puede encontrar en tiendas y mercados. He aquí una muestra: (véase foto) *Sustraído del mensuario boliviano: AtaralaratA -Textos e Ideas - Año 6, Número 25. Cochabamba, agosto de 2009. (las palabras en cursiva son de mi cosecha).
Él trata de captar lo esencial de la mirada de la modelo. Trazos finos, delgados, que casi parecen notas flotando; todo para captar la mirada perdida de su modelo. No es simplemente captar sus rasgos y plasmarlos en el lienzo como si fuese un retrato de esos que hacía en la Plaza hace años por unos cuantos pesos. Puede que captar la esencia misma de la modelo le cueste toda la credibilidad que se ha ganado y el respeto que ha cosechado. -Un poco más a la derecha, el mentón directo hacia mí. La boca, aja, ese ángulo está perfecto. -¿Porqué no me sacas una foto y luego me pintas?, te inspiras en la foto, así no tengo que estar años sentada en la misma posición para que me pintes…, digo, ¿no es más cómodo? -Shhh, ¡has movido el mentón de nuevo! ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Colores raros, mezclas absurdas que dan por creación una suerte de matices inexistentes. -¿Puedes bajar tus brazos y cruzarlos como hace un rato? -Pero es que no quiero que se me vean las pechuga

Y nos dieron las diez

Lo que salga de mis entrañas Ojos adormecidos, leve hinchazón en el párpado izquierdo -dícese orzuelo-; ¡vete a la mierda!, orzuelo, orzuelo. Dedos fríos y delgados, el anillo me queda grande, ¿he adelgazado yo o el anillo ha crecido? Me da igual -en serio-. Dolor de "esa" muela que tarde o temprano deberá ser intervenida; tres o cuatro agujas se insertarán en las raíces y matarán su núcleo: "¡muera raíz, muera corazón, muera centro de equilibrio!" Luego quedará un boquete adefesio, lo rellenará con amalgama sabor a limón y en un par de semanas un jacket más blanco que mis mismas muelas, o probablemente en una suerte de economizar o del mismo terror que me envuelve las entrañas ahorita de tener que volver donde el médico/carnicero pa' que me cambie la nivea amalgama, elijo no más una de acero. A lo mejor parezca -no lo sé-, pero el acero quirúrgico dura 10 veces más que las amalgamas "estéticas" -por así decirlo-. Mi labio inferior a veces palpita, po

He perdido la cabeza

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OFICIALMENTE, LO CERTIFICO: La he perdido, -tal vez- para siempre