De la ingratitud y otros males
Sería coherente y convincente escribirle una carta a Wolfango; pero como este animalito anda por los aires, prefiero no más escribir una perorata del "porqué" de mi ingratitud bloggera y otros males. Once lectores tengo. Once fans incondicionales (mentira) , que me siguen (mentira) y que me aman (mentira) ; pasa pues, que su majestá Camélida de las Flores, anda sumida en una nube escrupulosamente ortodoxa y sin vuelta atrás de la enfermedad más alucinante del mundo; estoy enamorada, i'm in love, ich bin verliebt y bueno, vayan y traduzcan ustedes en otros dialectos…, el estar enamorada (o) suena bien en cualquier idioma. Parezco estúpida -en serio-. ¡Nunca me llegó el amor así! A sopapo limpio. Pensé que a lo mejor era amor -del bueno- pero no como “el amor” que viví atrás…, como que uno se aferra de lo antiguo y predominante; -solamente- porque tiene miedo a morir de amor… “Sólo los giles mueren de amor” -Oscar Brie- fue una de mis frases de cabecera por