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Mostrando las entradas de octubre, 2009

De la ingratitud y otros males

Sería coherente y convincente escribirle una carta a Wolfango; pero como este animalito anda por los aires, prefiero no más escribir una perorata del "porqué" de mi ingratitud bloggera y otros males. Once lectores tengo. Once fans incondicionales (mentira) , que me siguen (mentira) y que me aman (mentira) ; pasa pues, que su majestá Camélida de las Flores, anda sumida en una nube escrupulosamente ortodoxa y sin vuelta atrás de la enfermedad más alucinante del mundo; estoy enamorada, i'm in love, ich bin verliebt y bueno, vayan y traduzcan ustedes en otros dialectos…, el estar enamorada (o) suena bien en cualquier idioma. Parezco estúpida -en serio-. ¡Nunca me llegó el amor así! A sopapo limpio. Pensé que a lo mejor era amor -del bueno- pero no como “el amor” que viví atrás…, como que uno se aferra de lo antiguo y predominante; -solamente- porque tiene miedo a morir de amor… “Sólo los giles mueren de amor” -Oscar Brie- fue una de mis frases de cabecera por
Que el sol no se atreva a marcarte la piel como si fueras de su feudo, ni que la lluvia moje tu pelo y te engendre frío. Que la luna no se atreva a despertarte en las madrugadas por su luz tenue y a veces cegadora, que no pretenda -ni por un instante- llevarse tus momentos. Que las piedras no osen interponerse en tu camino -bajo ningún concepto-, no porque no sepan quién eres tienen tal privilegio. Que los tonos rojos y blancos, matices de negros; sepan hoy y ahora que tienes un amuleto. La conspiración de colores, esta vez ha muerto; que todas las heridas que te has hecho sean ahora llagas mías, compartidas, presumidas y por sobre todo que sean tuyas y mías. Que las lesiones marcadas por todos sus silencios sean ahora anuladas por nuevos comienzos; raíces clavadas desde tu primera hasta tu última vértebra; agotadas, raíces que ahora callan, pero que poco a poco se clavan en ti, en mí, en nuestras alas. Que las palabras no se atrevan a hablarte, primero ellas -deben- esc

Trastocada Yo

Trastocada: Toda la noche ha soñado con el sonido de los nueve mil cuchillos y navajas siendo afilados contra la pared mestiza. Se ha despertado sobresaltada por la excitación y el morbo que le provoca el sonido del filo de las mismas; las chispas musicales que se desgarran del brillo del macizo acero. Es la madrugada y no ha podido conciliar el sueño, entonces se ha levantado para tomar café. -Toma café-, se acuesta de nuevo. Basta. Se ha levantado, se ha confinado en el baño, muchas palabras de placer ha propagado y decide -bien-, bañarse entre pelajes y agua color chocolate. Comienza su faena, el filo de las navajas la espera, es casi tan increíble como montarse en estrellas!! No, no tanto, o tal vez! Primer cogote blanqueado, olor a lavanda, se filtra por sus narices con un rastro de barba…, toma el pescuezo firme, siente la traquea, saliva tibia que todavía desfila por su frágil garganta y en menos de cuatro segundos sus manos se inundan del tibísimo líquido po

Mentitas

En más o menos cuatro mil minutos todo ha pasado. Miradas furtivas y palabras entre susurros, besos imaginarios enigmáticos y temáticos. Mil millones de minutos atrás; las mismas miradas furtivas, similares palabras susurrantes, tabúes extraordinarios que ninguno confesara a nadie, porque a nadie pareciera importarle…, al final; ¿a quién le importa en realidad? Gigantescas alas los separan y no se han dado cuenta.                                           ERROR  -ya se han dado cuenta-. Muchísimos millones de minutos atrás, sin haber miradas furtivas ni palabras entre susurros, mucho menos besos enigmáticos y temáticos, las alas crecían por allá y por acá! Las de él un poco más grandes, las de ella más delicadas y audaces! Momentos de mediteo feroz varias veces por semana, palabras arrebatadas y rebuscadas al mejor estilo kafkaiano… Sendos matices de verde han encontrado juntos. Árboles abiertos y cerrados han escalado -o volado, trepado, robado, mascado-… Momentos f