Que el sol no se atreva a marcarte la piel como si fueras de su feudo, ni que la lluvia moje tu pelo y te engendre frío.


Que la luna no se atreva a despertarte en las madrugadas por su luz tenue y a veces cegadora, que no pretenda -ni por un instante- llevarse tus momentos.


Que las piedras no osen interponerse en tu camino -bajo ningún concepto-, no porque no sepan quién eres tienen tal privilegio.


Que los tonos rojos y blancos, matices de negros; sepan hoy y ahora que tienes un amuleto. La conspiración de colores, esta vez ha muerto; que todas las heridas que te has hecho sean ahora llagas mías, compartidas, presumidas y por sobre todo que sean tuyas y mías.


Que las lesiones marcadas por todos sus silencios sean ahora anuladas por nuevos comienzos; raíces clavadas desde tu primera hasta tu última vértebra; agotadas, raíces que ahora callan, pero que poco a poco se clavan en ti, en mí, en nuestras alas.


Que las palabras no se atrevan a hablarte, primero ellas -deben- escucharte; que las hojas de los libros den mil vueltas, hasta que se den por vencidas y te hagan una reverencia…


Que nada ni nadie pretenda mirarte, juzgarte, besarte…, ahora eres mío y tuyo es mi arte.


Que nada ni nadie pretenda lastimarte, tocarte, hablarte…, ahora eres mío y tuyo es mi mensaje…, mis dones, mi sangre, mi vida y mis calambres.




…”lista, precisa, bonita, alerta y fundamentalmente equilibrada”…


¡Existe, porque tú existes!






*Cita: L. R.

Comentarios

  1. El sol que sale y sin embargo el frío
    y por los mundos te busco en vano
    entre adoquines de espanto y casas cansadas
    y puertas olvidadas de su voz.
    Mis pasos suenan en el alba muda
    y no hay conejos en tu balcón
    y la soledad... gata mía en el umbral
    de una catedral de sueños.

    Como quisiera escribir una canción
    que te volviera loca
    y volarte tres años atrás...
    mujer flaca...

    Que no asesine el movimiento muerto de los días
    tus versos limpios en el cementerio
    escudriñando entre lápidas hebreas
    el nombre del nombre que tuvo la risa.
    Un cielo cínico de planos grises y enfriados
    cubre la plaza como un cielo raso
    ya no hay mañana esta mañana por aquí
    bajo las rotas mejillas de abril.

    Como quisiera escribir una canción
    que me volviera otro...
    o yo mismo tres años mejor
    mujer flaca...

    De tu ventana hasta aquel jueves santo cuanto queda
    aquel milagro de carretera...
    con el pulgar paralelo a la sonrisa
    y tú temblándome en el costado...

    Como quisiera escribir un vuelo
    para volver en canto
    que nos corra el olvido y el fin
    mujer flaca...

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