Paralelo I


Hoy no está apaleada como los demás días.

Es increíble cómo una persona puede cambiarle el ánimo y quitarle las ganas de seguir o parar, de decir o callar.
Se ha dado cuenta (de una cosa que ya sabía) y es que odiar no la lleva a ningún lado, es más, la “deslleva” (entiéndase como usté quiera).

Su vida anda a tropezones porque ella quiere y permite, y de ninguna manera pretende dar un discurso sobre estar bien y tratar de sacar conclusiones de circo como Og Mandino y esos charlatanes que no lee, aunque probablemente algún día lo haga… Solamente escribe hoy porque puede, y porque le da la gana (no quiere ser violenta, pero…)

Lo único que la motiva ahora son las horas que le quita a los días y en las que espera para sentir sus pies a su lado y el aliento en su cuello; esperar esas veces de tardes largas con refrescos enlatados y películas de culto…, incompletas las muchas veces, interrumpidas por jadeos y llantos (no importa el orden), la verdad es que ya no importa el orden. Se le dibuja una sonrisa al imaginar esos inmensos Molles rosados y violetas cruzarse por ambos en caminos hechos para bicicletas, y las reflexiones sobre ser dueño del tiempo y las horas, citando a Cortázar…

Hoy no se siente peor que ayer o los días anteriores, hoy piensa que comienza a entender la importancia del porqué de los misterios de considerables cuestiones y a aplicar eso de que: “la felicidad está hecha de pequeñas cosas”, porque si a Dios le diera la gana, hoy no despertaba, ni antes, ni en dos semanas, y si Dios no hubiese querido, no estaría pasado por eso ni aquello, ¿no?


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