La Pequeña Gran Democracia

*ÚNICO SOBREVIVIENTE DE MIS CUENTOS. Fue el trabajo final de una materia: Producción de mensajes periodísticos. Lo leí de nuevo, después de casi dos años y me enamoré. Ojalá lo entiendan =)

Desde su diminuto rincón observaba los movimientos de su mundo.

Iba y venía, no se animaba a saltar porque le daba miedo que de repente le pusieran ese brebaje pegajoso encima ¡y lo aniquilaran! Tenía que calcular sus movimientos todo el tiempo, cosa que encontrara el instante preciso para estar con él de nuevo, feliz en su mundo calentito.

Amén (así se llamaba el planeta), pasaba delante del protagonista muchas veces al día, eran tantas, que en un momento, Chimoré (el pequeño abandonado) se acomodó y se durmió, porque sabía que Amén pasaría otras mil veces cerca de él, y entonces recién saltaría con seguridad y sin apuros.

En otro lado de la galaxia, Sorojchi caminaba sin prisa y con calma, cargando sobre su enorme cornamenta un pedazo de comida hecha a base de grano y lo que parecía ser un poco de cebada. En la esquina paró, ya que con horror se dio cuenta de que Amén aparecía detrás de ella y le arrebató la comida, ¡y parte de su cornamenta! Sorojchi se fue de prisa, lamentando la pérdida de su orgullo, parte de su cornamenta izquierda yacía pegada a la comida, y Amén, sin importarle nada, se la tragó.

Sorojchi detestaba a Amén, Amén detestaba a todos los habitantes de la galaxia, menos a Chimoré, ya que ni lo registraba por su reducido tamaño.

Hace un tiempo atrás, Amén asesinó sin escrúpulos a Macabro, el esposo de Sorojchi. Con todo el odio que Sorojchi llevaba dentro, al haber perdido su cornamenta, significaba la guerra declarada entre ella y Amén. No le importaba la diferencia de tamaño ni nada, sabía que era mucho más inteligente que él, y que conseguiría la forma de eliminarlo, o al menos, de sacarlo de la galaxia que lamentablemente compartían.

Cuando su esposo murió, Sorojchi quiso cambiarse de galaxia, pero nadie la aceptaba en las demás colonias por vieja. “Será una carga para los demás”, decían, así es que decidió quedarse en su colonia con los suyos, soportando a Amén y a los demás habitantes.

Los días pasaron y llegó un momento, en que con gran arrebato dos seres enormes vinieron y alzaron a Amén, ¡para llevarlo a un lago inmenso! Lo sumergieron, luego le pusieron el brebaje horrendo en el los polos y finalmente lo volvieron a sumergir.

“Fue un espectáculo grotesco, pero me alegré”, dijo Sorojchi en una entrevista días después de lo ocurrido.

“Ahí fue cuando supe que podía volver a mi tierra en Amén” nos comentó Chimoré cuando vio lo acontecido.

Pasaron los días y parecía que después de lo acontecido Amén ¡no volvería a la galaxia!

Chimoré se deprimió, Sorojchi hizo una kermesse, donde invitó a ¡básicamente a toda la galaxia! Todo marchaba bien, hasta que “taraaaan” Amén hizo su aparición. Todos se congelaron en sus lugares, Sorojchi se metió en su cueva temblando (y tambaleando por la borrachera). El único ser que se alegró, fue Chimoré. Decidió que ese día sería “su día” y se treparía a una de las costas de Amén.

Amén se calmó, estaba muy pacífico, de hecho sospechosamente pacífico…

Todo andaba bien en la galaxia, entonces Chimoré se trepó suavecito a Amén, este ni se dio cuenta.

Una noche, Sorojchi se quedó viendo a Amén postrado ahí, como sin vida, se le acercó y le preguntó si estaba bien (ella lo odiaba, pero en realidad ahora estaba consternada).

Amén la miró y le dijo: - “dentro de unos meses no seré el mismo planeta que soy… seré yo, mas unos pequeños meteoritos que te harán la vida imposible, y pues, reflexionaba por todo lo que he pasado, por lo que tú has pasado… yo no quise matar a Macabro, en serio”.

- ¿Tú… tú, tú sabías el nombre de de… de mi esposo?

- Me enteré de su nombre después, cuando Sosa me lo dijo… me sentí muy mal. Lo siento. ¿Qué pasó con tu cornamenta?

- Me la sacaste tú, imbécil. Te digo imbécil porque lo tenía guardado desde hace mucho, pero de hecho, ahorita no me inspira decirte nada, y eso que me vienes con lo de los meteoritos y con lo de mi cornamenta… con lo de Macabro y encima con que Sosa te fue con el chisme… ¿pero viste que me está creciendo de nuevo?

- Si, se ve chiquita, pero bien. Y no te preocupes por los meteoritos, seguro que se quedan un tiempo acá y luego se los llevan a otras galaxias, eso es lo que hicieron conmigo, y me trajeron acá.

- ¡Aha! ¡Acá a que arruines nuestra vida equilibrada!

- ¿No les traje alegría? Sosa me dijo…

- ¡Sosa es un imbécil! No me hables de él. Trajiste desgracias Amén, eres un planeta demasiado grande para esta galaxia.

- Hmm… lo siento, no hay nada que pueda hacer.

- Si hay. No seas tan torpe. Se amigo de todos, ya tienes a toda la colonia de Chimoré en uno de tus polos, se amable con ellos.

- ¡Con razón el Norte me pica tanto! ¿Debo aguantarlos?

- Si, Amén… así podemos vivir en paz, y si quieres que los meteoritos sean bien recibidos, pues a portarse bien, ¿no?

- Está bien… lo prometo, pero eso de los meteoritos, va a ser difícil, ¡no te imaginas cómo pueden llegar a ser!

- Sea como sea, no te deprimas, yo he pasado por lo que tu estás pasando, es grave, pero es gratificante.

- ¿Si?

- Si. Mucho.

- Trato hecho entonces, seré un mejor planeta, con o sin meteoritos, ¡lo prometo!

- Me parece genial, ehh no le digas a Sosa que hablamos, ya sabes que es un susceptible.

- Pensé que tú y Sosa tení…

- ¡Cállate! Nada, nada con él ni con nadie. Ahora me voy. ¡Chau!

- Chau…

Unos meses después, Amén tuvo 4 meteoritos que, literalmente le hicieron la vida imposible a todos, pero de una manera divertida, así que nadie salió seriamente lastimado, (excepto Sosa, que perdió sus dos cornamentas).

Chimoré sigue en el polo Norte, dicen que se casó y que la colonia ahora es enorme, cosa que fatiga en demasía a Amen, quién espera con verdadero fervor que los seres gigantes vengan de nuevo y le pongan ese brebaje en los polos, la sumerjan en agua y Chimoré y los suyos se vayan a pasear unos días.