La Gran Veterana



¡Quítate el maquillaje para que al fin pueda verte!


Es lo único que se me viene a la mente hoy, -ahora-. ¿Que se quite el maquillaje quién? ¿Por qué? ¿Cuándo y dónde?
Que se quite el maquillaje la Gran Veterana, esa que te imputa y te persigue, toda vez que le das la espalda. Esa que te busca solamente cuando de ti necesita el mimo reconfortante -que no recibe-, esa, esa.
La rivalidad siempre ha estado presente, mas mucho más ahora. ¡Hoy! No eres como su interior externo, eres más bien como su externo interior vuelto niño y vuelto a nacer día tras día.

Me pregunto… ¿Qué dirán los demás? Esos a los que llamas amigos y amigas de “toda la vida” -sarcasmo envuelto-; ¿llamas a ese grupo de buitres amigos y amigas?
Ahora lo patético está en boga. En 1949 era casi ilícito; por eso las alas bien puestas, el Rolls Royce en la puerta y la vasta cantidad de semi hombres vestidos iguales uniformados… ¡Ya! Pero es que la Gran Veterana (y su interminable saco de fracasos), ha estado en boga no solamente ahora, sino que su legado comenzó (asumo) en 1949.

Delimitemos pues, bien tu asunto. No es no más desearle la muerte al prójimo; no puedes tomarte las cosas tan a la ligera. El fracaso projimal es algo más bien común, sólo que a veces se instala -obstinado- en las espinas dorsales de féminas terminaciones nerviosas y se quedan por ahí o por allá. Existen también las for export, pero ágiles -como gacelas-, erradican algunas féminas y algunos másculos la turba bien intensificada de lo que es el fracaso como mal.

Ahora bien… No sabemos dónde instalar la fragilidad de tus huesos o la incertidumbre de tus membranas en este cuento; ¿porqué? Porque ni tú mismo lo sabes.
¿Sabes?, intentar hacer un cuento -from scratch- con datos no tan exactos, y con la cabeza llena de lágrimas y filtraciones, es difícil, más no imposible… Éste cuento tiene que ver con tus desatinos indelebles, con tus palabras mal utilizadas y peor ejecutadas, con tus tropiezos sobre mi espalda, sobre tus cavilaciones sin sentido, sobre tu testarudez sobre lo divino, sobre tu soberbia clase hegemónica (imaginaria) sobre tu todo tú.


¿Quién eres tú? Precursor apocalíptico de desdeñosa provinencia. Divinidad esclavizada por el tiempo, ¡con tan poca prudencia! Políglota desdeñoso, con varias cabezas a cuestas; no importa la filia, lo que sí vale es la contundencia de sus tripas sonando contra su Eminencia.
¿Existen ruegos y lamentos? ¿Existen promesas expuestas?
Seguramente que sí, ¿más a alguien de mi pertenencia parece expresar incertidumbres o alguna advertencia sobre el mal que se instala ayer, hoy, mañana sobre nuestras cabezas?

No.

Entonces: ¿quién falla?, ¿La Divina Providencia? No, la que falla eres tú, con cara de péndulo y alas de avispa, tú la única y desafortunada Gran Veterana. Gran Veterana de sus logros y fracasos. Frustración de frustraciones, ¿aborto mal procesado? Quizás, no sé, dejémosle que empuñe su Biblia y apoye su cabeza en la misma, que mire el cielo y las estrellas y se guíe por sus siglas, que todos los domingos siga asistiendo a misa, para ver si de vez en cuando La Divina Providencia se da cuenta de la fatalidad de SU divinidad.
Por eso sentencio una vez más: ¡quítate el maquillaje para que al fin pueda verte!




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