Cobayos Universales

Vamos por partes.
Algunos mortales creen que son inmortales, entonces cometen actos de trascendencia positiva para sus vidas.
Otros creen que la vida no tiene sentido, entonces terminan encerrados en algún sótano imaginario y deciden ignorar y ser ignorados.
Hay aquellos que simplemente viven porque les toca vivir; no saben qué les concede el futuro ni tampoco les importa, pero tienen que vivir, puesto que –seguramente- hay alguna razón que justifique tal hecho.
Mencionemos también a aquellos que por cuestiones existenciales –fuera de mi compresión-, flagelan lo lindo de la vida. Apedrean a aquellos que no deberían ser apedreados y denigran a los que no deberían ser denigrados (generalmente).
Hay algunos bravos que toman la vida por las astas, que consiguen lo que quieren sin justificar ni disputar los medios para la obtención de lo requerido, pero que por más viles que resulten estos individuos, son reconocidos por haber logrado “algo”.
Hay también mujeres que nacen en cuerpos de hombres y hombres que nacen en cuerpos de mujeres, hay también cadáveres que deambulan por las calles, pero que, -en realidad-, corresponden al Limbo o al “Más Allá”, y sin una explicación afín, los vemos en el “Más Acá”.
Hay hombres buenos y hombres malos –nótese la ambigüedad de esta afirmación, porque tú, querido lector/a no sabes qué es lo que considero yo bueno y qué malo-. Hay mujeres buenas y malas también.
Hay banqueros, trapecistas, veterinarios y abogados. Empresarios que terminan trabajando como trapecistas y abogados que en el fondo siempre quisieron ser chefs.
Hay dentistas que siempre quisieron ser bailarines, hay abortistas que siempre quisieron ser padres, hay estudiantes que no quieren ser nada y hay nadadores olímpicos que siempre quisieron ser surfistas. Hay enfermeras que siempre quisieron ser doctoras, o comunicadoras que siempre quisieron ser secretarias.
Hay profesores que nunca quisieron enseñar, hay doctores que siempre quisieron curar.
En éste mundo somos todos los conejillos de indias de Dios. El mundo es, de alguna manera, un inmenso laberinto lleno de paredes que llevan a ningún lado y salidas que nos estancan. Está lleno de curvas truhanes y lleno de decisiones desacertadas.
En el mundo somos –solamente-, los putos títeres del Gran Arquitecto que falló en uno de sus más ambiciosos experimentos.

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