Hoy

Valeria está un poco ebria. Ha tomado ya cuatro vasos de whisky, y unas seis latas de cerveza. Tiene fama de resistir mucho alcohol, es por eso que todavía no ha tenido nauseas ni ha hecho nada vergonzoso, salvo coquetear con Jorge, quién la mira desde el otro lado de la sala.
Cuando se sirve el quinto whisky, las palabras se entremezclan con sonidos de beodo, pero ni se inmuta; a unos metros ve a Tico y a Mario que fuman mariguana, decide unírseles, pero entre bromista y seria les pregunta si no tienen algo más fuerte. Los chicos se miran, le preguntan ¿algo fuerte como qué? Y ella simplemente hace la típica emulación de cómo inhalar cocaína. Sonríen; los tres se van a un lugar más apartado. No queda mucha gente en la casa, salvo ellos tres, más Jorge, Federico, un gringo que se llama Jan y dos chicas borrachísimas que cantan karaoke.
En la cocina –donde preparan las líneas-, Tico tararea la música estridente de los parlantes, mientras que Mario acribilla con recomendaciones a Valeria sobre qué hacer si se excede, qué hacer si le falta aire, que si lo hizo antes, que si le hace a cosas más fuertes, qué quién es su dealer y demás.
Valeria contesta con monosílabos; está excitadísima porque solamente probó coca una vez en su vida, hace varios años. La experiencia le encantó, pero por una serie de eventos, se alejó de todo tipo de drogas y hace unos meses ha vuelto al opio, mariguana, algunos ácidos y hace dos semanas al éxtasis.
Tico le pasa la bandeja a Valeria, junto a ella está el tubo de vidrio, comprado en Buenos Aires que se trajo de su último viaje a esa ciudad. Valeria vacila un momento, coge su pelo y lo amarra en una cola grande hacia un lado, se agacha, sonríe solícitamente y comienza a inhalar una a una las tres líneas ofrecidas. Mario la mira extrañado, cree que Valeria es demasiado amateur para tanta dosis.
Valeria se hecha en el piso frío. La música se escucha lejana, pero los bajos son fuertes… alucina, grita y ríe, está atenta. Se para y va directamente donde Jorge, que ahora está bailando con las minas que cantan “Love Hurts” a todo pulmón. Lo toma por la nuca, lo besa, abre su boca y su lengua bifurcada recorre los recovecos de la boca de Jorge, continúa por la laringe. Una parte de la lengua se mete entre los pulmones y la otra recorre el intestino delgado, mientras que en ese mismo instante Jorge explota en un orgasmo inevitable, sin siquiera haber tocado a Valeria, el beso es suficiente. Valeria deja de besarlo, nota la embarazosa situación de Jorge, ríe como loca, lo toma de la mano y lo lleva al baño de visitas. Dentro, Jorge descubre a Valeria, la besa en toda la piel llana, la masturba, intenta que Valeria lo bese de nuevo, pero esta vez no hay bifurcación de lengua ni mucho menos orgasmo; ésta vez Valeria espera que Jorge haga lo suyo, pero de un momento a otro se molesta, le da un beso suave en los labios y sale del baño.
En la cocina; Tico y Mario ya han jalado como cinco líneas cada uno, están inmersos en una conversación sobre la eutanasia en bebés prematuros, uno defiende la misma, el otro la amonesta. Sexta línea, Mario no la acepta. Tico está más eufórico y ahora, a la charla de la eutanasia, le añade derechos de los cactus de ser tratados como flores y no como plantas salvajes que creces solamente en desiertos. Defiende su punto de vista con tanta firmeza, que las venas de la frente parecen detonarle.
Mario sale de la cocina y se sirve un trago. ¿Vodka? ¿Singani? ¿Tequila? No sabe qué es exactamente lo que hay, pero está en una jarra con hielos derretidos y varios limones encima. Prueba y se da cuenta que es Singani. Jan, (el gringo) ha visto todo, y dice: “hey man, can I have some lines too”? No, no puedes porque se acabaron y además que mierdas haces vos acá, ¿no que te tenías que ir? Ahh, ya sé, es por tu puta esa que sigue cantando, pues váyanse de una vez que no quiero a nadie en mi casa.
Federico y Jorge se miran, deciden irse, aunque Jorge quiere quedarse, pero si lo hace tendrá que irse a su casa caminando porque Federico no piensa recogerlo después… entonces deciden irse, él, Federico, Jan y las minitas karaokeras que no entienden por qué se van.
En la cocina se encuentra Tico, blasfemando hacia la vida y hacia las infamias sociales.
En el bar está Valeria, abriendo una botella de Mezcal que el papá de Mario se trajo desde Puebla, México. Toma un shot y comienza a vomitar. Mario, -lejos de ayudarla- la insulta por ser tan estúpida y fresca al atreverse a abrir una de las botellas de su papá, cuando el trato era ese: “no meterse con los tragos de mi papá”. Valeria le pide disculpas, va gateando al baño, agachada, con el pantalón y la solera casi saliéndosele. Mario mira a Valeria gatear. Escucha sus arcadas al vomitar en el baño de visitas. Ve cómo el cuerpo de Valeria forma un arco perfecto cada vez que le falta el aire y tiene que vomitar. La observa.
Se acerca y le pregunta si ya expelió todo. Ella afirma que sí. Mario la toma entre sus brazos y la lleva a la sala, la hecha en el sofá grande y le quita el pelo de la cara. Intenta besarla, pero le da asco toda la vomitada, entonces le quita el pantalón. Le acaricia las piernas y toca su pubis por encima de la ropa interior, lo frota. Valeria le retira la mano, pero Mario vuelve y esta vez aprieta la mano contra el pubis de ella. Se acerca y comienza a besar esa zona, luego a lamerla. Le quita los calzones con fuerza, Valeria no hace nada para impedirlo. Mario se pone cómodo y comienza a hacerle el amor con la lengua, Valeria apenas gime; mueve la cabeza de un lado al otro, lleva los brazos a la cabeza de Mario en un intento para que pare, pero éste no lo hace. Mario sube, toma fuerte a Valeria por los brazos y comienza a besarla, Valeria reacciona y lo besa también. Se quitan la ropa y Mario la monta. Valeria apenas reacciona, está disfrutando del momento, su cuerpo físico está ahí, pero al mismo tiempo está a millones de kilómetros de ella.
A la postre, Tico entra a la sala y los ve en el acto, trata de no exaltarse. Mira los movimientos salvajes de su amigo sobre Valeria, esta yace inconsciente y no emite sonido alguno. Mario termina, se levanta y le indica a Tico que es su turno. Tico niega con la cabeza. Solamente mira a Valeria y alucina con playas que no existen.
Tres líneas después, Mario vuelve a violar a Valeria, esta vez termina encima de su vientre, en sus pechos y en su cara. Tico decide intentarlo una vez (siempre le gustó Valeria) ¡“pero es que es muy puta, ya se ha tirado a medio curso”!
La monta. Comienza moverse y siente que Valeria despierta, entonces para. Intenta bajarse, pero Valeria lo detiene con sus brazos, lo lleva hacia su cara, lo lame entero, y le dice algo al oído. Tico la mira solamente, y termina. Se levanta y se mete al baño.
Mario le ofrece otra línea a Valeria, esta le dice que no gracias. Busca su ropa en el piso, se levanta llena fluidos y se va a la planta alta -sin pedir permiso-, se encierra en un baño donde se enjuaga las partes ultrajadas, pero al final decide tomar una ducha porque tiene vómito –o semen- en el pelo. Deja de la ducha, se viste y baja. Sale de la casa no sin antes decir: “chao Marito, nos vemos el lunes”.
Mario y Tico se quedan tirados en la alfombra de la sala. Huele a sexo y no del bueno. Mario dice sentirse raro, para él una violación representa dificultad, representa desafío y dolor.
Tico no dice nada. Luego, éste mira fijo a Mario y le pregunta que porqué carajos le contó a Valeria que él era precoz. Mario se revienta de la risa y responde que todos saben que él, (Tico) es precoz.
_T. Ya Mario. Todos saben que soy precoz. ¿Y todos saben que te coges a tu prima, la que es retardada?
_M. No, eso lo sabes solamente tú.
_T. Ahora no sé pues, ahora no sé quién más podrá llegar a saber Mario.
_M. Cállate cabrón, porque si vos dices algo de lo de mi prima, yo cuento lo de la hermana del Federico, la desvirgas y ni la llamas, ¿qué tal esa?
_T. (Riendo). Verdad. Estamos en las mismas.
_M. Sí, en el mismo basurero.
_T. Igual no entiendo porqué vas y cuentas mis cosas, huevón.

Silencio.

_M. ¿Quieres coger?
_T. ¿Qué?
_M. Que si quieres coger.
_T. Puta, no sé, ya quedamos en que no.
_M. Bueno, está bien si no quieres.
_T. No, pues sí quiero, pero entonces ya no jodas más con lo de precoz.
_M. Vale, ¿vamos a mi cuarto?
_T. Vamos.

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