Valga la redundancia

Lejos se escucha una lluvia fuerte, de esas que inundan plazas y mercados.
Cerca se escuchan pasos de los inquilinos, voces entrecortadas, el sonido de un grifo que se abre y se cierra varias veces, como haciendo un tipo malo de música.
Ella duerme, acostada de estómago sobre las sábanas, envuelta en las mantas, se nota la respiración plácida al ver cómo respira y cómo su espalda se mueve por las inhalaciones y exhalaciones propias de los seres vivos.
Él la mira desde una esquina. Está sentado y ya se ha vestido, solamente espera a que ella despierte para poder irse con la conciencia limpia.
En silencio la mira, la admira, la vuelve a desear. Se muerde el labio inferior, evocando las efigies que ambos crearon horas antes. Dos amantes perfectos haciendo el amor, completamente entregados a las ganas y a la pasión que los corroía. El sonido de ambos labios haciendo contacto mutuo, besos recíprocos, palabras cortadas, te amos disimulados. Dos cómplices irrevocablemente enamorados, idiotizados por el momento, fascinados el uno con el otro.
Ella despierta, él se exalta.
Ella – Hola… a qué hora te levantaste? (Bostezo).
Él – Hace una hora, un poco menos…
Ella – Qué hacías? Porqué no me despertaste?
Él – Bah, no voy a despertarte, estás cansada, además vos no tienes nada que hacer hoy, así que aprovecha y quédate en cama un rato más.
Ella – No te vayas, ven a mi lado.
Él – No, no puedo.
Ella – No puedes? No quieres?
Él – No puedo.
Ella – (silencio largo). Entonces son las putas vacilaciones de nuevo?
Él – Ya te dije, no es que sean ellas de nuevo… siempre están ahí. No pienses que es cobardía de mi parte, no. Yo solamente tengo que pensar, tengo que irme, pero quédate el tiempo que quieras.
Ella – Bueno, vete, quiero estar sola.
Él – No te enojes, no es justo. (Se acerca y le da un beso suave en los labios).
Ella – Te amo, suerte con tus cosas.
Él – Sí, gracias. Yo también te quiero, nos vemos más tarde. (Sale).
Ella – Mirada fría hacia la pared. Sospecha de lágrimas en ambos ojos. Respiración profunda, pensamientos negativos, insultos mentales.
Se levanta, se viste, intenta contener las estúpidas gotas que se filtran por sus ojos, se sienta en la cama destendida, evoca las mismas pasiones que él evocara minutos antes.

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