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Mostrando las entradas de noviembre, 2006

No me duele

No me duele que la ames, que la idolatres, que la contemples mientras duerme. No me duele que cada día le digas que está radiante, hermosa, que es una diosa. No me duele que le entregues mares de "te amos" todos los días, ni que para tí sea la mejor mujer del mundo. No me duele que cuando le hagas el amor sientas que no hay otra mujer para tí. Que sea un momento eterno entre ustedes dos, y que el resto del mundo queda extento para siempre. No me duele que le acaricies la piel y que le huelas el pelo todas las noches, que tus labios traspasen la barrera de lo divino y que tus dientes sientan su lengua. No me duele que escuches sus silencios como si fueran los únicos en tu vida, ni que acaricies sus colores en las madrugadas. Lo que me duele es que ella no soy yo.
Quedarse en el centro así por así? Sí, así es como ataca el miedo. Te carcome primero las uñas y después el aliento, que es en este caso, lo que más le importa a él. No juzga ni se fija en la sangre (importante para él) pero en general, le vale, mientras sea sangre pura, no de su calaña, ni de la tuya o la mía. Simple y pura sangre para alimentarse y para así continuar con su círculo vicioso de: carcomerse primero las uñas y luego el aliento. Y después qué más queda? Tu piel, ahí tirada en el lugar menos pensado. Abandonada, esperando ser habitada por algún otro ser que pueda regenerar esa sangre, esas uñas y ese aliento.